Con todo ese conocimiento en mi poder sentí que tenía la responsabilidad de transmitírselo a mis hijos en cuanto se hicieran mayores, pero la cosa no quedó ahí. Empecé a comentarlo con familiares y amigos y al poco tiempo me había convertido como en un consultor dentro de mi círculo de confianza. Lo que aprendían era tan potente que quedaban maravillados.
En ese punto me dí cuenta de dos cosas; la primera es que gran la mayoría de nosotros no tenemos los conocimientos necesarios para manejar nuestra finanzas de manera efectiva y no somos capaces de tomar decisiones con inteligencia financiera, y la segunda era que con mi nuevo conocimiento yo ayudaba a cubrir ese vacío y eso me hacía sentir muy bien.